Entrevista a Alejandra Darín – “Un informe sobre la banalidad del amor”

“Esta es una obra que a todos nos conmueve”
– ¿Cómo te encuentra esta tercera temporada de “Un informe sobre la banalidad del amor”?
– La verdad es que muy contentos, felices. Porque estamos haciendo algo que nos gusta mucho, y tiene repercusión en la gente, y muy buena. El hecho de haber apostado, una vez que terminamos la temporada en el Teatro Cervantes, volver a hacer la obra, intentar y haberlo logrado. Es algo que proyectamos hace más de un año y medio,  pasó todo ese tiempo y lo pudimos hacer. Se dieron las cosas, como dice el personaje de  Heidegger en un momento mirando por la ventana, “el tiempo se ha puesto en armonía”.  Y es eso un poco, se ha  puesto en armonía un montón de cosas, entre ellas el tiempo, como para poder volver a hacer la obra. Después representarla estos dos días que la estamos haciendo por semana, y tener la oportunidad de volver a contar una historia que a nosotros nos conmueve, es como un premio. Como actor uno a veces hace cosas que no te identifican en muchos aspectos, pero esta es una obra que a todos nos conmueve. A los que la hacemos, nos provoca, entonces poder trasladar, y que eso, a la vez, tenga aceptación del público, es maravilloso.

– ¿Vos cómo definirías el amor entre Arendt y Heidegger? 

– Me parece que el amor entre ellos es pasión, más allá de estos intelectuales y ser gente tan capacitada mentalmente, para pensar y pensarse. Y a pesar de toda esta faceta nazi de Heidegger seguir escuchando sus razones. Además del tiempo, que hace que vaya y vuelva y siga viendo. Pero seguir amando a ese hombre desde ese lugar. Haber preservado ese amor en el paso del tiempo, y eso solamente lo puede hacer la pasión.
– ¿Vos conocías esta historia de amor antes que te llegue la propuesta?
– No sólo no conocía la historia sino que tampoco a Hanna Arendt, y Heidegger lo había escuchado nombrar muy por arriba.
– ¿Qué fue lo que te sedujo de la obra cuando te llegó la propuesta?  
– Uno puede interpretar como actor lo que conoce, y lo que no. Me conmueve que un tipo como Diament haya podido escribir con el permiso de esta historia, el amor o la pasión, algo que puede ser tan reconocible para nosotros, y lo haya podido poner en estos dos personajes. Me parece que la obra los trasciende. La historia de ellos fue esa, y eligieron vivir dentro de lo que pudieron, como cualquier otro ser humano. Pero en realidad lo que me conmueve es la obra, la estructura, el lugar a dónde llega el autor con estas pautas, con este permiso que le dan los personajes. Él tiene como elementos esta muchacha judía, inteligente, libre, en épocas del nazismo, y este gran pensador, profesor, casado, mujeriego. El autor se entera de esta situación y lo que hace es jugar con mojones de la realidad a una posible situación entre estos dos personajes, lo que pasa es que ellos dieron mucho material. Los personajes son muy interesantes, al igual que las situaciones en dónde están plasmados. Y lo que hace la inteligencia del autor es agarrarlos y de una manera, desde mi modo de ver absolutamente exquisita, desarrollarlos con su imaginación y llevarlos a un lugar donde el público pueda disfrutarlos. Me conmueve el hecho teatral.
– Es destacable de esta obra el texto, y la forma que tanto vos como Osmar Núñez tienen de transmitirlo.
– Sí, es así porque ahí está la palabra. El hecho de transmitir, cuando vos crees que vale la pena, que la gente reciba eso, cuando vos ponés el alma. Esa es la diferencia. Yo creo que las obras de teatro no la hacen nada más los actores, los técnicos o el director. Una función nunca es igual a la otra. Y no genera las mismas cosas. Y esta es una obra que tiene la oportunidad de generar cosas en nosotros. Cada una de esas funciones es diferente y lo que hacemos desde arriba del escenario es invitar a la gente a que se deje llevar por esa emoción. Eso que Osmar, yo y el público sentimos es algo que es imposible de volver a transmitir. Ni aún al público que siga. Es una especie de, nunca estuve con ninguno pero por lo poco que se, chamanismo.
– Y a nivel personal también la obra te valió dos premios, el María Guerrero y el ACE.
– Para mí es divertido porque nunca había recibido ningún premio de esta categoría, y es interesante verse uno puesto en una situación que nunca vivió. Pero no sé si representa para mí lo mismo que para los demás. Los premios están buenos, no sé si son importantes. Creo que están buenos porque es una caricia a lo que uno eligió como medio de vida. Pero si uno habla de premio como una compensación a lo que uno entrega arriba del escenario, el premio es otro. De verdad, es seguir poder seguir subiéndose al escenario, y tener la oportunidad de tener desde ahí, el lugar que uno eligió, el encuentro con la gente. Cuando uno está arriba del escenario, no solamente está interpretando un personaje sino que está recibiendo el reflejo de lo que uno puso en eso. Cuando ese reflejo es muy intenso, como pasa en “Un informe…”, ese es el premio.
– Imagino que ser hijo de actores también marcó un poco desde la cuna esta carrera.
– Yo creo que debe haber tenido mucho que ver porque también se trata de un poco de climas, y lo que uno conoce. Si vos pensás que una persona de 3 o 4 años ya lo llevan al teatro, algo en la formación de esa persona se gesta. Pero creo que en definitiva no es eso lo que hace que uno sea quien es, eso puede ser un aspecto. El trabajo mayor está en lo que uno hace a partir del momento en que uno dice “bueno, es esta la forma en que me siento feliz participando de esta sociedad, esta es la forma en que creo que soy más útil.” Uno siente lo que hace, haga lo que haga. No es que ser actor te da placer y ser escribano no. Yo creo que se puede ser feliz siendo escribano o siendo actor. No depende de la actividad sino de lo que vos pongas en eso.
– ¿Fue un poco este amor por la profesión que te llevó a ser dirigente de la Sociedad Argentina de Actores?
– Los actores me mueven y me despiertan las pasiones más profundas. Así como en algún momento elegí, con la actividad acá, me pasa lo mismo. Obviamente no nací siendo dirigente, conozco varios compañeros que lo fueron, y desde muy chica, por mi misma condición de actriz, y muchas veces tuve algún tipo de participación, pero no militante. Yo creo mucho en el individuo, y que hay un entendimiento individual de las cosas, y se puede sumar a otras fuerzas. Creo en la suma de individualidades también. Desde ese lugar, algo que sospeché desde un principio, lo empiezo a manifestar en este momento de mi vida, y también a reconocer otro entendimiento de mi mismo trabajo. Ahora haciendo un trabajo, entre y para los actores empiezo a descubrir todo un mundo nuevo que me interesa mucho, porque tiene que ver con defender y tratar de cambiar las cosas que a uno le parece que podrían estar mejor. La actividad ahora en la Asociación Argentina de Actores para mí es un trabajo que estoy aprendiendo, del cual tengo mucho material, pero como es una posición nueva, trato de estar muy atenta. Yo estoy muy feliz y creo que también es una especie de premio. Tener la oportunidad de seguir aprendiendo sobre mi trabajo y cómo uno puede seguir dándose desde otros lugares también. Pensar en los demás y llevarlo a la práctica, y tratar de ser efectivo. Y escuchar y comprender. Es complejísimo, y a veces se torna agotador, pero es de una profunda alegría. 


Ficha técnica:
Actores: Alejandra Darín y Osmar Núñez.
Participación especial (audiovisual): Marta Bianchi, Horacio Roca, Ingrid Pelicori y Héctor Bidonde.
Director: Manuel Iedvabni
Guión: Mario Diament
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