Charlamos con el histórico y querido anfitrión de la mítica sala porteña.
– ¿Qué te significó este reconocimiento con una distinción especial en los Premios ACE?
– La distinción de los ACE es maravillosa porque nunca pensas que hacer este trabajo en la vida te iba a llevar a esto. Que esa gente tan maravillosa y talentosa se den cuenta de un trabajo que me encanta hacerlo. Realmente fue una cosa fantástica, me hubiese encantado estar ahí. Pero por circunstancias temporales no siempre podemos estar en todas partes. Fue un día especial porque al otro día tenes que estar trabajando y respondiendo a lo que pasa en ese lugar mágico. Es genial, una cosa maravillosa, un mimo al alma es poco.
– ¿Cómo llega a tu vida la propuesta de ser el anfitrión del Teatro Maipo?
– La llegada al Teatro Maipo es un productor de Lino Patalano que me ofreció el trabajo en algún momento de mi vida. Yo lo conocía pero nunca pensé que iba a hacer esto. Yo no sabía lo que era el teatro. Siempre digo, todos los días es como mi primer día de trabajo. Y tengo la suerte de estar en un maravilloso espacio, que es único, como es la magia del Maipo. Y me cuidan, los nuevos dueños también. Carla Calabrese y Enrique Piñeyro conmigo son una maravilla, me dejan seguir jugando en lo maravilloso que es recepcionar a la gente, que a mi me encanta.
– Con tu gran histrionismo y presencia, ¿nunca te invitaron a ser parte de alguna obra?
– Hice algunas cosas en el under. Estudié un tiempo en la escuela de Claudio Tolcachir. Me encanta. Participé en algunas cositas. Son circunstancias de la vida, los amigos que te llaman y estamos. Ojalá pueda aprenderme libretos para poder estar en una obra. Nunca es tarde. Todos los días hay que estar atento para ver lo que nos pueda deparar el destino.
– ¿Qué significa hoy el Teatro Maipo en tu vida?
– El Maipo es mi manera de caminar y respirar en este planeta. Es el gran amor de mi vida, que lo descubrí ahí. Tuve la bendición y la suerte de cruzarme con Alfredo Alcón, con Norma Aleandro, quien me decía que era “rata de teatro”, y yo no sabía. Y es genial. Más en estas etapas, cuando estás complicado de salud, soy un hombre trasplantado de corazón, y me cuidaron, me mimaron, me acompañaron. Mis amigos y el Maipo. Y el espectador, que es el mejor transeúnte de la vida en los teatros, que es el que te da calidez y te enseña a estar.