Se cumplen dos años de la partida del maestro Agustín Alezzo

El 9 de julio de 2020, a los 84 años, fallecía el actor, director y docente.
El 9 de julio de 2020, a los 84 años, fallecía el actor, director y docente.

El 9 de julio de 2020, a los 84 años, fallecía el actor, director y docente.

Agustín Alezzo, actor, director y maestro de actores, de gran trayectoria, fue uno de los pioneros de la introducción del método Stanislavski en el teatro argentino.​

Abrió su propia escuela de formación profesional de actores y actrices en 1966. No sólo es la Escuela de Formación Actoral más antigua de la Argentina, sino también una de las usinas creativas y prolíficas de la enseñanza privada integral. Pasaron por ella Leo Sbaraglia, Julio Chavez, Paola Krum, Campi, Muriel Santa Ana, Juan Leyrado, Luisa Kuliok, Claudia Fontán, Jorgelina Aruzzi, Agustín Sullivan, entre tantos otros.

Había nacido en Buenos Aires el 15 de agosto de 1935, fue alumno de Hedy Crilla –con quien trabajó años después en el desaparecido teatro Olimpia, también escuela de teatro- y a los 20 años se integró al recordado Nuevo Teatro, que manejaban Alejandra Boero y su esposo Pedro Asquini, y que fue un ejemplo organizativo dentro de la escena independiente porteña.

Integró asimismo los grupos Juan Cristóbal y La Máscara durante la década de 1960, y estudió en Nueva York con Lee Strasberg, un referente mundial con el que se formaron figuras de la talla de Marlon Brando, Paul Newman, Robert De Niro y James Dean, entre otros, que se nutrieron de «el método» como forma de actuación.

Como actor intervino en obras de Wilfredo Jiménez, Luigi Pirandello, Georg Büchner, Bertolt Brecht, Ricardo Halac y Rosso de San Secondo y a mediados de los 60 se mudó a Lima, Perú, donde trabajó bajo la batuta de Reynaldo D’Amore, Alonso Alegría, Phillip Toledano y Héctor Sandro; de regreso en Buenos Aires continuó actuando en obras dirigidas por Gandolfo y Fernandes hasta 1972.

Sin embargo, su consagración pública vino de la mano de la dirección: tuvo a su cargo un primer trabajo con “La mentira”, de Nathalie Sarraute, en 1968, y desde entonces supo jugar desde espectáculos como “Las brujas de Salem”, con Alfredo Alcón, o “Romance de lobos”, de Ramón del Valle Inclán, hasta unipersonales tan intensos como cuando dirigió a Alicia Bruzzo en “Yo amo a Shirley”, a Julio Chávez en “Yo soy mi propia mujer” o a Beatriz Spelzini en “Rose”.

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