Melina (Melina Seldes) es nombrada Melina, porque se llama Melina, aunque no lo eligió. Ella se reconoce en su nombre, saluda y recuerda todos los cumpleaños de su vida.
Una mujer al borde de la escena. Bailarina, actriz, en su propio cuerpo. Y un espacio que se abre como un juego, entre aparecer y desaparecer.
Pasaron 10 años de intensa investigación y observación sobre su propia práctica como creadora e intérprete para que Seldes regrese con esta linda pieza.
Basada en sus experiencias de vida, en “La ilusionista”, ella se (auto)interpela. Y mira a los ojos al público. Y baila. Y reparte unos ricos sanguchitos de miga.
Este andar de la interprete es interesante. Su gracia la hace empatizar de inmediato con el público. El encarnar de esas afirmaciones y premisas, de los cuales saldrán los cuestionamientos, hacen reflejo en el espectador.
Seremos testigos de una performance sumamente disfrutable. De un uso del cuerpo y de la palabra exquisitos.
Una mujer al borde de la escena. Bailarina, actriz, en su propio cuerpo. Y un espacio que se abre como un juego, entre aparecer y desaparecer.
Pasaron 10 años de intensa investigación y observación sobre su propia práctica como creadora e intérprete para que Seldes regrese con esta linda pieza.
Basada en sus experiencias de vida, en “La ilusionista”, ella se (auto)interpela. Y mira a los ojos al público. Y baila. Y reparte unos ricos sanguchitos de miga.
Este andar de la interprete es interesante. Su gracia la hace empatizar de inmediato con el público. El encarnar de esas afirmaciones y premisas, de los cuales saldrán los cuestionamientos, hacen reflejo en el espectador.
Seremos testigos de una performance sumamente disfrutable. De un uso del cuerpo y de la palabra exquisitos.