La obra, de Florencia Aroldi, con José Luis Arias, Virginia Lombardo y Verónica Piaggio tiene funciones los sábados a las 22hs en El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960)
– ¿Cómo te tiene en cuanto a sentimientos esta temporada en el Camarín de las Musas?
– Mis sentimientos están donde deben estar; ni más arriba, ni más abajo”, diría Amanda, una de las tres primas que retrata la obra. La verdad es que estoy contento. El público acompaña, cada función es distinta y única y, en general, nos quedamos contentes cada sábado.
– ¿Qué te sedujo del texto de Florencia Aroldi, cuando te convocaron los actores para que los dirijas?
– Algo que me atrajo especialmente es el juego entre el texto y el subtexto. Lo que sucede, nunca se dice porque los personajes libran estrategias constantemente o niegan sus propios pensamientos. Es una tragicomedia donde las metáforas no están a la vista sino que gobiernan la lógica de la dramaturgia de una manera sutil. Es una obra en la que, entre otras cosas, se discute sobre política sin que los personajes hablen jamás de política.
– ¿Cuánto sentís que te sirvió ser actor a esta experiencia de dirección? ¿Hay una mirada distinta?
– Todo sirve, claro. Ser actor te puede ayudar a entender la problemática del actor a la hora de dirigirlo, pero no es necesario ser actor para generar dinámicas interesantes de dirección con el elenco. En todo caso, la experiencia en distintos procesos creativos, sea como actor o en otras áreas, siempre ayuda a la formación. Yo empecé a actuar y a dirigir mientras estudiaba teatro en los 90´s, en Montevideo. Formamos un grupo de teatro (Acapara el 522) y yo era el que en general escribía y dirigía las obras. Pero acá en Buenos Aires nunca había dirigido más que un par de obras cortas en microteatro, así que esta propuesta lo viví como un desafío.