Hall de una casa de campo de una familia de la alta burguesía. El dueño (Héctor Bidonde) y la dueña (Adriana Aizemberg) de la propiedad esperan por su hijastra (Paloma Contreras), que aún no ha regresado. Cuando suena el timbre, una pareja (Pompeyo Audivert y María José Gabín) sorpresivamente ingresa al hogar. Ellos son ladrones cuyo auto se quedó sin gasolina y llegan hasta allí para pedir ayuda. ¿O también son los verdaderos padres de la niña? Esa adolescente, que minutos más tarde creerá que el intruso es Antonio, su enamorado.
La ambigüedad es lo que impera en esta historia (la primera obra de Manuel Puig pensada, desde su origen, para teatro), donde casi todas las personas son parecidas a otras, y prevalece el desconcierto. Situaciones que disparan momentos prácticamente surrealistas para un sinfín de interpretaciones.
Así como también es difícil encasillar a “Bajo un manto de estrellas” en un género determinado. Los textos, que son recorridos por el delirio y la locura, mezclan la comedia de enredos con elementos del cine de gángster. Todo de la mano del absurdo. Un guión lúdico para unos actores que cumplen correctamente sus roles y ese doblamiento de sus interpretaciones. Porque es en la identidad de los protagonistas, y su relación con el pasado, lo que mantendrá intriga desde el comienzo. Los múltiples roles de Pompeyo Audivert y María José Gabín son la fuerza que, por momentos, la obra necesita, para no decaer.
Una sucesión caótica y confusa de hechos e innumerables comportamientos ambiguos donde el sexo, el engaño y las pasiones formarán parte de la trama, bajo la precisa dirección de Manuel Iedvadni, quien vuelve natural lo extraño, para un espectador que deberá sacar sus propias conclusiones. Porque el equipo de “Bajo un manto de estrellas” lanzó una piedra sobre un espejo y construyó, con los restos, el caleidoscopio desviado que se verá.
Ficha técnica:
Actores: Adriana Aizemberg, Pompeyo Audivert, Héctor Bidonde, Paloma Contreras, María José Gabin.
Guión: Manuel Puig
Dirección: Manuel Iedvabni
