Florencia Aroldi: “El libro es un retrato dinámico y vivo de los lazos sociales en situaciones reconocibles“

La dramaturga y actriz nos contó sobre "Celosía, teatro por cuartos 15/20" y el fenómeno del microteatro.
La dramaturga y actriz nos contó sobre "Celosía, teatro por cuartos 15/20" y el fenómeno del microteatro.

– ¿Qué nos cuenta el libro «Celosía, teatro por cuartos 15/20»?– “Celosía teatro por cuartos 15/20” es el mosaico de un país luego del golpe del 76 y hasta nuestros días. Cada obra indaga desde el juego como el modelo económico condiciona las maneras de relacionarnos, que como esquirlas, están esparcidas en lo cotidiano y calan hondo en lo doméstico. “Celosía…”, reflexiona, teatralmente, sobre esas personas que se denominan “a políticas” y si hay una posibilidad de serlo. Es el retrato dinámico y vivo de los lazos sociales en situaciones reconocibles: el supermercado,  un velorio, un casamiento, en la casa de tu prima,  en tu trabajo, en la escuela de tus hijos, en el aeropuerto… “Celosía…” nos cuenta sin querer queriendo y con humor desobediente ese mosaico poético generando una tensión estética entre el pasado y el presente. 
– ¿Cómo nace la idea del libro? 
– Nace por la necesidad de pasar la posta. Las ganas de que las obras viajen fuera de mí. Que se repliquen en distintas manos ante distintos ojos, que naveguen por distintas sensibilidades, puntos de vista de actores, actrices, directores, directoras. Nace por la urgencia de que esas obras lleguen a distintos escenarios y que nazcan otra vez a orillas de nuevos públicos.
– ¿Qué te inspira a la hora de escribir?
– Me inspira “la realidad”, el misterio, la paradoja cotidiana, el humor que sale por las alcantarillas, lo ridículo del día a día,  la maravilla, el misterio, el miedo a la muerte, lo irreversible y lo que puede ser de otra manera. Me inspiran los poetas y poetizas que he leído, su sensibilidad, su curiosidad. A veces miro el mundo a través de sus palabras con lentes nuevas que me enfocan en lo que importa. Me inspira escribir sobre el dolor de los que padecemos injusticias, las gigantes pero también esas chiquitas.
– ¿Cuáles son tus rutinas a la hora de escribir?
– Escribo donde esté y como pueda. En las facturas de Metrogas, de Edenor, en servilletas de bares. Me he dejado audios para no olvidarme algo, me he llamado para dejarme mensaje en el contestador si no tenía algo para anotar…  Si es en casa,  mate en mano, silencio. Tiene que estar ordenado el ambiente para no confundirse con el caos de la mente.

 – ¿Cómo conviven en vos la dramaturga y la actriz?– Definitivamente la dramaturga usa mucho más lugar del placard, y utiliza más espacio en toda la casa. Pero en realidad son indisolubles escribir es actuar, creo que la actriz le dicta a la dramaturga. Pero conviven en paz.
– ¿Qué nació primero?
– Si tengo que nombrar una de las dos, primero nació la actriz. De chica era la que actuaba en las obras escolares. Fue lo primero que estudié en mi amado Instituto Vocación del arte. Pero también es cierto que de muy chica escribía poesías, cartas de amor, dedicatorias donde mis palabras ya jugaban como en toboganes, subibajas, y calesitas.
– ¿Qué te seduce del «microteatro»? ¿Por qué crees vos que hoy hay tantos ciclos así?
– También por necesidad. Desde el lado de la producción llevar a escena obras breves es aparentemente más sencillo. Lleva menos tiempo de ensayo, menos elementos de escenografía vestuario. Como escritora es un desafío contar una buena historia en un tiempo breve, ejercitas la metonimia, y eso a mí me seduce. Serían como sitcom teatrales Netflix nos contornea no solo como consumidores sino como hacedores.  De ahí la importancia de los medios de comunicación.
– ¿Quiénes fueron tus maestros?
– Antes que ninguno mis padres. Porque además son artistas. Mi madre es María Ibarreta, de ella aprendí y aprendo el profesionalismo, lo sagrado de este trabajo, el ritual, la ceremonia. De mi padre,  Norberto, que murió cuando yo tenía casi cuatro años, escritor y actor, aprendí y aprendo, lo religioso de LAS PALABRAS en el sentido más laico. Y de mi padre Osvaldo, Chacho, Dragún, escritor, aprendí y sigo aprendiendo  que el teatro  es coraje y libertad y sobre todo imaginación. Después, fuera del hogar vinieron para quedarse por siempre: Roberto Vega, Mauricio Kartún, Raúl Serrano.
– ¿Cómo ves la actualidad del teatro argentino?
– Teatro argentino se dice de muchas maneras. A ese teatro contestatario, creativo,  inteligente, sensible, lo veo vivo. A pesar de las políticas culturales que atentan contra los espacios contra los artistas contra la cultura contra el propio país. Estamos vivos. Y como dice Carlos Fos a esta realidad le respondemos con teatro. Le respondemos con imaginación, ante esas bombas invisibles pero que matan, respondemos con más teatro, respondemos con cultura. Somos hijos e hijas de Teatro Abierto, de grandes que nos mostraron el camino, no estamos solos ni solas, a ellos que monologan en su oligopolio a-poético y miserable, nosotros  y nosotras , con el teatro, siempre vamos a apostar por el dialogo creativo, constructivo y superador que nos devuelva a nuestra condición de seres humanos, sensibles y solidarios.

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